Tlaloc y su luminoso despertar de una larga hibernación

Tlaloc y su luminoso despertar de una larga hibernación

Emocionante, intenso, apabullante es, en mi opinión, la mejor forma de resumir el concierto que la noche del sábado 17 de febrero, nos ofrecieron los veteranos del grupo Tlaloc en la Biblioteca Torrente Ballester.

Parafraseando al tango, cincuenta años no es nada. Eso es lo que sentí yo, a quien correspondió el honor de tocar con ellos hace más de medio siglo. Era la época en que Quini Sánchez y varios osados artistas universitarios se arriesgaron a arropar con su música textos de poetas “comprometidos” que a duras penas lograban eludir la omnipresente censura de un régimen muy aficionado a censurar.

Mayte Estévez y Quini Sánchez (Tlaloc)
Mayte Estévez y Quini Sánchez (Tlaloc 17-Feb-2024)

El objetivo de este reencuentro fue conmemorar el quincuagésimo aniversario del estreno de la primera obra monográfica del grupo, titulada A Nazin Hikmet, (octubre de 1974). No es la primera vez que Tlaloc regresa a los escenarios salmantinos, ya que en octubre de 2021 actuó en homenaje al por entonces recién fallecido musicólogo Dámaso García Fraile, su gran benefactor y amigo de aquellos años fundacionales.

En esta ocasión, el concierto corrió a cargo de miembros procedente de las cinco formaciones principales del grupo, quienes interpretaron temas sacados de las tres obras estrenadas a lo largo de los trece años (1972-1985) en que se desarrolló su larga trayectoria.

Tlaloc en directo en la Biblioteca Torrente Balelster
Tlaloc al completo en la Biblioteca Torrente Ballester

A Nazin Hikmet

En la primera parte A Nazin Hikmet (1973-74), ofrecieron “Acerca del Vivir”, “el gigante de Ojos azules…”, “Angina de pecho”, “Carta a mi mujer” “Cárcel de Ankara, Nº 3”, “En el sudor y la sangre” y “Para Vera Hikmet”.

Reconozco que tengo una vinculación emocional con esta obra de cuando yo formaba parte de Tlaloc. No sé si por eso me conmovió hasta la lágrima tanto la interpretación vocal como la instrumental, a mi juicio muy superiores a las que hacíamos en aquella época.

La segunda parte arranca con “Elegía”, un sentido poema de mi amigo de adolescencia Ángel Luis Prieto de Paula, ex miembro del grupo.  Está integrado en la obra “Elegía de los Hombres y las Tierras de España”, una antología de poetas de los 50 estrenada hacia 1976. De ella seleccionaron cinco temas más, dos de Carlos Sahagún (1938-2015), titulados Canción de Infancia y Soneto 18: Doblan las campanas; Patria de Eugenio de Nora (1923- 2018); Villancicos para un niño de Vietnam de Manuel Pacheco (1920-1988); La Guerra de José Agustín Goytisolo (1928-1999) y El derrotado, de Ángel González (1925-2008). Aparte del magistral tratamiento de composición vocal e instrumental, que Tlaloc, como siempre, da a los poemas, llamó mi atención la actualidad que aún tienen algunos de ello.  Villancicos de la guerra de Vietnam con solo cambiar el nombre del país por Ucrania podría aplicarse a lo que está ocurriendo hoy, y La Guerra, inspirado en la muerte de la madre de un J. A Goytisolo durante un bombardeo contra Barcelona efectuado durante nuestra guerra por fuerzas franquistas pilotando aviones nazis, evoca peligrosamente a las muertes de cientos de madres palestinas a cargo de pilotos sionistas a los mandos de aviones fabricados en EEUU. No aprendemos.

Los coros son fundamentales en el sonido de Tlaloc
Los coros son fundamentales en el sonido de Tlaloc

El Árbol de Acteón

De la tercera obra del grupo, El Árbol de Acteón, Tlaloc (1984), con textos del poeta malagueño Juan Miguel González, se interpretaron cuatro temas (Tú no me llamas, Nana, Si muriéramos y, Amoroso deseo. Es destacable que este último montaje de Tlaloc es más esteticistas y menos reivindicativo que los anteriores, quizás porque corresponde a los 80, época de la “movida”, de mayor entretenimiento hedonista y menos transcendencia política, social y reivindicativa. De ella no puedo por menos que destacar la magnífica labor de Mayte Estévez en su emocionante interpretación “a capela” de la Nana. Mi enhorabuena porque sigue conservando intactas tanto su preciosa voz como su cristalina capacidad de transmitir sentimientos.

Por último, para cerrar el relato de esta noche inolvidable, debo destacar también la actitud de un público entregado, que abarrotó la sala y transmitió su calor tanto a quienes actuaron como a los que tuvimos el placer de asistir al espectáculo sin poder evitar sentirnos todavía como parte integrante del grupo. Espero que no sea esta la última vez que nos demos el placer de ver a esta leyenda llamada Tlaloc.

Todos los músicos de Tlaloc
Todos los músicos de Tlaloc en escena

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Palabras con las que tuve el placer de presentar el concierto del grupo Tlaloc celebrado el sábado 17 de febrero de 2024 en la Biblioteca Biblioteca Torrente Ballester:

Víctor G. Villarroel presenta el concierto de Tlaloc
Víctor G. Villarroel presenta el concierto de Tlaloc

Cuando padecemos cierta edad parece que nada más nos quedan los recuerdos. Eso me ocurre cuando rememoro la etapa en la que toqué con Tlaloc.

Era 1972, tenía yo 18 años, aún más pájaros en la cabeza que hoy, mucha rebeldía y larga cabellera Era (como ahora) extraordinariamente rockero y apasionado por la literatura. Pero, sobre todo, tenía muchas ganas de tocar las narices a mis mayores.

Un día, en la antigua cafetería La Latina, escuché a un grupo de Madrid llamado “Aguaviva”. Como Pablo cayendo del caballo camino de Damasco tuve una iluminación:  lo que comúnmente llamaban “canción protesta” o “canción testimonio”, podía consistir en algo más que escuchar a un señor cantando solo con su guitarra solemne y sesudo, entregado a un público fervoroso que le escuchaba como a un cura en misa. Descubrí que además podía servir para hacer muy buena música sin perder ninguna de las esencias que impregnaban su mensaje. Además, llegué a la conclusión de que ese estilo era el que había que hacer en aquel momento lleno de esperanzas y de incertidumbres.

En un festival de los Salesianos descubrí a Tlaloc. Encarnaba justo lo que yo buscaba. Me gustó tanto que me ofrecí de inmediato para tocar con ellos, y me admitieron como flautista y percusionista.

Recuerdo que, en aquella época el repertorio del grupo estaba compuesto por un arreglo original del tema tradicional andaluz  “Anda Jaleo” recopilado por García Lorca, de canciones de autores vascos o catalanes (Mikel Laboa, Salvador Espriu) interpretados en su idioma original, de un par de versiones de Aguaviva (“La Guerra que Vendrá” de Bertoll Brech, “El Nacimiento” de Nazin Hikmet) más los primeros temas compuestos por Quini (“Esperanza” del gallego Celso Emilio Ferreiro y, más tarde, “El Poeta” de Fausto González)

Visto desde hoy, parece que este repertorio, precursor de lo que ahora llamamos “la España plural” no ofrecía dificultades para ser ofrecido a cualquier audiencia. Pero, en aquella época interpretarlo en público requería valor. Mi madre, sin ir más allá, tras asistir a una de nuestras actuaciones, me dijo asustada “Os van a meter en la cárcel por cantar esas cosas”. Corría el año 1973 y aún mandaba (y mucho) cierto anciano general.

Por esas fechas Pedro María Hernández, quien recitaba y cantaba con nosotros, mostró a Quini la recién aparecida antología de un poeta turco poco conocido en España llamado Nazin Hikmet. El novel compositor quedó impresionado hasta el punto que decidió montar toda una obra monográfica sobre sus poemas, lo que a los demás nos pareció de perlas, dado la tremenda calidad poética y el enorme atractivo personal de un autor, cuya heroica biografía incluía cárcel, exilio e incluso una conmutada condena a muerte por motivos políticos.

La obra se tituló A Nazin Hikmet. Aunque el grupo ya era muy conocido por sus actuaciones en el Juan del Enzina, en el aula Salinas y en los colegios mayores salmantinos, así como por haber participado en una selección de la discográfica Zafiro, en la de un programa de talentos emitido por TVE y por haber actuado en el Colegio Mayor Elías Ahuja de Madrid (finales del 72), fue esta obra la que consagró definitivamente a Tlaloc como principal oferta de los escenarios culturales salmantinos. Tras un largo periodo en que íbamos alternando temas antiguos con algunos de Hikmet, la obra se estrenó en el Teatro Juan del Enzina el 14 de marzo del 74. Desde entonces, Tlaloc no volvió a interpretar más que temas propios basados en poetas de calidad y estructurados en obras con una temática común.

Sin embargo, a finales de año, yo y varios componentes más abandonamos el grupo.

En 1975 Tlaloc comenzó a montar su segunda obra, titulada “Elegía de los Hombres y las Tierras de España”, una antología de poetas de los cincuenta (Eladio Cabañero; José Luis Hidalgo, Eugenio de Nora, Celso Emilio Ferreiro, José Hierro, Carlos Sahagún, Blas de Otero, J.A Goytisolo, Ángel González, Manuel Pacheco, así como de los excomponentes del grupo Ángel Luis Prieto de Paula y José Amador Martín. El trasfondo de todos los poemas seleccionados era la guerra civil y sus consecuencias.  

Esta obra le da a Tlaloc una repercusión sin precedentes dentro y fuera de Salamanca. Así, entre febrero y marzo de 1976, todavía con un repertorio que combina temas de A Nazin Hikmet con otros del trabajo en montaje, inicia una gira por varias ciudades belgas (siete actuaciones en diez días). Interviene también en una fiesta del diario francés L’ Humanité. En España el grupo no para de dar conciertos (Festival de Arousa. etcétera).  Incluso graba un disco en Nin’os, sello propiedad del cantautor salmantino Nino Sánchez.

A partir de 1977, tras cambiar de nuevo a algunos de sus miembros, Tlaloc, comienza a interpretar exclusivamente las obras de “La Elegía”, que es lo que toca en una de las primeras fiestas de la autonomía de Castilla y León, celebrada en Villalar. Poco después participa, en un concierto en la Plaza de Toros de Colmenar Viejo, junto a figuras de la talla de Nuevo Mester de Juglaría, Julia León, Ricardo Cantalapiedra y Agapito Marazuela.

En 1980, cuando parecía que Tlaloc había llegado a su cénit y era admirado por cada vez más público, y hasta lanzado en toda España, Quini sufre un desprendimiento de retina  no consigue recuperar su visión y el grupo se ve forzado a disolverse.

Ya en casa de sus padres, tras un largo periodo de oscuridad, Quini logra sobreponerse al terrible trauma sufrido y propone a su viejo amigo del poeta malagueño Juan Miguel González la elaboración de una obra basada exclusivamente en sus poemas.

Nace así “El Árbol de Acteón”, tercera y última obra del grupo, al que el propio Juan Miguel se incorpora como recitador.

Los nuevos músicos “fuichados”  son de gran calidad, lo que, junto a la maestría vocal de unas voces ya muy experimentadas, hace que Tlaloc suene mejor que nunca. Sin embargo, los textos dan un giro desde el compromiso social al lirismo, dentro de un realismo mágico, con efectos simbolizados y un cierto toque de surrealismo.

Como estamos ya a mediados de los ochenta, los poderes públicos organizan un gran número de conciertos y Tlaloc, en muchos de los cuales se contrata a Tlaloc (cursos de verano en la Universidad de Salamanca, en el exterior de las dos catedrales y en la Plaza Mayor). Sigue, como siempre, siendo asiduo del Teatro Juan del Enzina. Además actúa en el programa regional de TVE.

En enero de 1985, Tlaloc se despide de los escenarios con un último concierto en “su” Juan del Enzina. En la primera parte, miembros de todas sus formaciones interpretan una selección de temas de las dos obras anteriores; en la segunda, el último Tlaloc se despidió del público con El Árbol de Acteón al completo.

La historia se detiene hasta que, en octubre de 2021, de nuevo en el Juan del Enzina, Tlaloc rindió homenaje a su gran protector, Dámaso García Fraile, fallecido pocos meses antes.

Hoy, 17 de enero de 2024, tengo el honor de presentar este nuevo concierto, conmemorativo del quincuagésimo aniversario del estreno de nuestra primera obra, A Nazin Hikmet, en la como ya os he dicho, tuve el honor de participar. Da vértigo recordar los eones transcurridos. Y no os aburro más, os dejo con la poesía y la música estos estos viejos y entrañables amigos.

DISFRUTADLAS.

Víctor G. Villarroel, 17 de febrero de 2024.

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Sobre Víctor González Villarroel 30 artículos
Víctor G. Villarroel es un veterano periodista salmantino que residió en Madrid hasta que, en 2005, regresó a nuestra ciudad. Autor del libro “Historia incompleta del Pop y del rock en Salamanca” (2009), que resume las crónicas que semanalmente publicó en el desaparecido diario EL ADELANTO. Le gusta definirse como “arqueólogo musical”, debido a su tendencia a contar historias sobre pioneros de nuestro rock local. Actualmente colabora en el MES y en el programa musical “A Nuestro Ritmo” de Radio Oeste.

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