Los “otros” de Béjar

Rafa desmelenándose, durante la actuación de un concierto
Foto de Rafa desmelenándose durante una actuación. en el Teatro Cervantes de Béjar.

Los Arlequines eran la alternativa “amateur” de los “superprofesionales” Abejas

A mediados de los sesenta Béjar se había convertido, junto a Peñaranda de Bracamonte, en el principal centro musical de la provincia de Salamanca. Así, además de “los Abejas”, aparecieron otros conjuntos como “Los Arlequines”, concebidos desde un punto de vista “amateur”, pero lo suficientemente atractivos para convertirse en una alternativa viable en los bailes y fiestas de las cercanías.

Hacia 1966, Rafa Hidalgo, jubilado hoy, conoció a Ángel Sánchez Dorado, músico profesional que tocaba el clarinet en la banda municipal y la batería en un “conjunto músicovocal”.

Rafa tenía ya 26 años, había cumplido el servicio militar, un caso excepcional en un panorama en el que la mili solía ser el final de la carrera musical de casi todos. Como de niño había sido solista en el coro de los Salesianos, cantante en algunas orquestas locales e incluso había hecho un papel en una comedia musical, Ángel le propuso ser el vocalista de su grupo. Se llamaba “Los Arlequines” y llevaba algún tiempo sin poder actuar por falta de una voz solista viable. “Yo, era un todo terreno”, afirma,

“Mientras que el cantante anterior no aguantaba más de un par de temas seguidos, yo duraba un par de horas cantando sin parar”,

Rafa Hidalgo.

Tocaban además en este quinteto el guitarrista rítmico Patri, Tibi Castilla, un “flamenco” metido a bajista y Antonio, conocido en Béjar con el apodo familiar de Patinas, que tañía la guitarra de punteo.

Foto de los Arlequines durante una actuación. en el Teatro Cervantes de Béjar.
Los Arlequines. En primera fila de izquierda a derecha Ángel y Rafa. Detrás Tibi, Antonio y Patri.

Herencia de Los Abejas

Aunque el grupo ya existía desde hacía algún tiempo, sus miembros encontraron un primer escollo en el pobre equipo de que disponían. Por ello adquirieron los amplificadores “Joversoni” deshechados por “Los Abejas” para, más tarde invertir 150. 000 pesetas para sustituir el equipo de voces Óptimus por un Music Son, comparar un eco Dina Cord de cintas y unos amplificadores algo más potentes. No obstante, las dos guitarras y el bajo siguieron siendo Jomadi hasta el final.

Con estos modestos aparatos comenzaron a tocar. Y según asegura Rafa con bastante éxito “Nos llamaban bastante.

Tras una primera actuación (octubre de 1965) en el Teatro Cervantes de Béjar, nos salió un contrato como grupo fijo en el casino de Hervás. También tocábamos asiduamente en bodas, en la terraza de Yuste, situada en nuestro pueblo, en Candelario y otras localidades de las cercanías. Llegábamos también a Alba de Tormes, a Peñaranda y hasta a Salamanca, y más concretamente, al Campo de Tiro durante los concursos hípicos”. Quizás la raíz de su éxito radicaba en su aspecto de “buenos chicos”, su seriedad en escena y su repertorio, compuesto por canciones muy comerciales.

”Frente a otros conjuntos que, como “Los Abejas”, lucían ya moderadas melenas y cantaban en inglés cogido de oreja, nosotros usábamos trajes clásicos e interpretábamos los últimos éxitos de los Sirex (La Escoba), Los Mustang, Los Brincos (Borracho) y otros conjuntos ye-ye de moda. Además, como todos, interpretaban también valses, jotas, pasodobles, tangos y todo aquello que gustaba en los bailes de pueblo, incluyendo La Cucaracha y La Conga de Jalisco”,

Rafa Hidalgo

Carnet de actuación

Esta condición de grupo “cómodo”, que podía actuar inclusoen locales donde aún chocaban el rock y los pelos largos, tuvo su contrapartida en los problemas que tuvieron con algunos músicos “profesionales”. En aquella época para tocar en público era imprescindible estar en posesión de un carnet de actuación emitido por el Sindicato Nacional del Espectáculo.

“De nosotros solamente Ángel lo tenía”, afirma Rafa.

“Además yo no había querido cantar en una orquesta cuyos miembros sí lo poseían. El resultado es que tuvimos más de una denuncia por intrusismo en un tiempo en que la Guardia Civil se encargaba de impedir que actuaran los intrusos”, añade. Lo tuvieron que resolver asociándose a una orquesta de Béjar, que figuraba en los carteles como plato fuerte. “Salíamos como atracción, avalados por aquellos profesionales, aunque en la práctica éramos nosotros quienes llevábamos el peso del baile”, afirma.

Rafa Hidalgo

No obstante, fue su carácter de aficionados el que llevó finalmente a la disolución del grupo “No se puede estar siempre actuando durante tres días sin dormir y a la mañana siguiente acudir al tajo”. En este sentido recuerda como Antonio “Patinas”, que trabajaba en la fábrica de piensos de su padre, era capaz de cargar él solo un camión entero a las seis de la mañana, comerse una docena de huevos y un tazón-piscina de leche migada, ir al lugar de la actuación, montar el equipo y tocar durante horas.

En este plan, la formación estuvo solamente dos años y medio activa. Después Patri acabó su carrera y se fue a trabajar a Mérida. Ángel, tras quedarse en el paro, se buscó un trabajo en Madrid, mientras que Tibi Castilla se casó y se fue a vivir a Palma de Mallorca. Solamente Rafa se quedó en Béjar trabajando en la industria. Recientemente Ángel regresó al pueblo y está de encargado en una fábrica de ascensores. Rafa que, tras dejar el conjunto, fue, durante 10 años, tenor cómico en el Grupo Artístico Bejarano, recuerda con nostalgia aquella época.

“Estos años fueron, sin duda, los mejores en la vida de todos nosotros, no solamente porque éramos jóvenes sino por el maravilloso ambiente en que estuvimos inmersos”.

Rafa Hidalgo.

(Del libro «Historia Incompleta del Pop y del Rock en Salamanca«, de Víctor González Villarroel. Explorafoto, Salamanca 2009)

Edición web: Miriam Raquel Román (Culture 27)

Sobre Víctor González Villarroel 30 artículos
Víctor G. Villarroel es un veterano periodista salmantino que residió en Madrid hasta que, en 2005, regresó a nuestra ciudad. Autor del libro “Historia incompleta del Pop y del rock en Salamanca” (2009), que resume las crónicas que semanalmente publicó en el desaparecido diario EL ADELANTO. Le gusta definirse como “arqueólogo musical”, debido a su tendencia a contar historias sobre pioneros de nuestro rock local. Actualmente colabora en el MES y en el programa musical “A Nuestro Ritmo” de Radio Oeste.

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