Escuela de canto

Los Ekos actuando en la escuela de Maestría.
Actuando en la escuela de Maestría.

Los Ekos, ejemplo de grupo principiante que sirvió a su cantante para aprender

Hablar de Los Vampiros, Los Leathers, Los Cisnes o Los Dragones quizás no signifique nada en la memoria de los aficionados salmantinos qua ya peinamos canas (o que ya no peinan nada). Sin embargo si decimos que fueron las agrupaciones en las que se formaron quienes después constituyeron la piedra angular de Los Soles, Los Clavos, Los Rejas o El Grupo 96, el nombre de estos conjuntos de quinceañeros ya adquiere un cierto significado.

Los Ekos son un ejemplo de este tipo grupo-escuela. En sus filas comenzó su andadura musical Mariano Iglesias, un cantante, showman y animador de sala de fiestas que sigue en la brecha hasta hoy.

En 1969 Mariano se reunía con sus colegas a cantar baladas, que era lo que más le gustaba cantar. Tenía una voz atenorada, de solista de coro, ideal para temas melódicos, de los que ponían cariñosas a las niñas. Así que decidió sacar algún rendimiento a las cualidades canoras que le había regalado la madre Naturaleza. Enseguida se juntó con otros colegas que habían sentido igualmente la llamada de las musas, y juntos se pusieron a ensayar las canciones de sus ídolos, con guitarras españolas amplificadas en la radio de casa a base de pastilla electromagnética.

Componentes de Los Ekos
Los Ekos (de izquierda a derecha) Antonio, Dardi, Paco con batería prestada, Richard y Mariano.

Una pandilla de amigos

Para tocar la guitarra solista (entonces se llamaba de “punteo”), fichó a su amigo Richard, que parecía apuntar maneras de gran intérprete. Dardi se encargó de la guitarra rítmica, mientras que Paco comenzó a aporrear una caja, un bombo y un plato que en cuanto pudo cambió por una batería Honsuy, modesta y pequeñita pero “de verdad”. Tan de verdad como los amplificadores Joversony y Novyvox, que un Mariano que, por entonces, carecía de equipo de voces. El proveedor tan magnífico equipo fue José María, un técnico reparador de televisores de la calle Miñagustín que, por esa época, intentó infructuosamente competir con el tío Manolo Iglesias, nuestro vendedor de instrumentos por antonomasia. Como no podía ser menos en aquella época, el repertorio del grupo estaba compuesto por algunos temas de los Beatles y hasta un Corazón de Piedra de Los Rolling Stones. “Que yo cantaba en castellano, porque el inglés siempre se me dio muy mal”, asegura Mariano. De todas las maneras, como no quedaba más remedio, algunas de las canciones las interpretaba en inglés. Naturalmente, como el resto delos grupos locales, incluidos los más rockeros (desde los Rejas y Los Crashers hasta el grupo 96), este “inglés”, era fonético, pillado de oído. “No sabíamos que demonios estábamos diciendo, nos limitábamos a imitar el sonido de las letras de las canciones”, asevera.

Así que, quizás por esta limitación como polígloto de su vocalista –compartida con los demás cantantes salmantinos– o quizás porque su tipo de voz y sus gustos iban por otro lado, lo cierto es que Los Ekos se especializaron en canciones de artistas como Adamo, y otros de línea melódica alejados del rock. “De todas formas nuestro repertorio no era precisamente extenso. Tocábamos en total catorce canciones, pocas menos que el número de años que tenía entonces cada uno de nosotros”, continúa.

Los Ekos en concierto
Los Ekos con póster de fondo.

Festivales y bailes

Con esta exigua cantidad de temas, el conjunto se presentó en festivales benéficos, celebrados en lugares como el Hospital de Los Montalvos, el auditorio de la Escuela de maestría Industrial, algunos colegio de enseñanza media, etcétera. Pero no solamente tocaban gratuitamente en estos lugares, sino que, a base de alargar y repetir las canciones, llenaban largas horas de baile en la Hermandad de Alféreces Provisionales, el Círculo Mercantil o el Centro Gallego.

Como no podía ser menos, actuaban también en algunos pueblos de la provincia, como en Martín de Yeltes (fue la primera vez que cobraron), donde este parco repertorio les sirvió para estar en el escenario durante ¡ocho horas! “No es que importara demasiado, porque cuando apenas había trascurrido la mitad de este plazo yo estaba tan afónico que no podía ni hablar. Pero seguimos porque los mozos nos impedían violentamente abandonar el escenario”, asegura el cantante.

Pese a estas limitaciones, Los Ekos no tuvieron grandes problemas con la gente. “Yo creo que ya sabían de antemano lo que podían esperar, así que nunca acabamos en el pilón”, asevera. Sí tuvieron algún enfrentamiento con ciertos miembros del respetable que no sabían guardar la compostura. “Recuerdo que en Martín de Yeltes uno de los jóvenes, que iba con su novia, se fijó en mi melenilla (poco larga, por cierto) y me dijo que tenía pinta de maricón. No me bajé del escenario; a través del micrófono le contesté que me prestara a su chica y luego le preguntara si lo era o no. Casi salimos a bofetadas, pero luego se lo pensó mejor, me dio la mano y me dijo: «eres un macho, vente a tomar una copa conmigo». Naturalmente nos la tomamos y no llegó la sangre al río”, relata. Cosas de la España Cañí.

De todas formas, este conjunto no tuvo tiempo de protagonizar muchas anécdotas porque, trascurrido poco más de un año desde su debut oficial, Víctor Moro vio a Mariano en un festival y le invitó a integrarse en el Huella, el primer grupo serio en que cantó. Ninguno de sus otros compañeros continuó en la música. Pero de eso hablaremos en otra entrega de esta historia que estoy contando.

«(Del libro «Historia Incompleta del Pop y del Rock en Salamanca«, Víctor González Villarroel. Explorafoto, Salamanca 2009)».

Edición web: Raquel de la Nava (Culture27)

Sobre Víctor González Villarroel 30 artículos
Víctor G. Villarroel es un veterano periodista salmantino que residió en Madrid hasta que, en 2005, regresó a nuestra ciudad. Autor del libro “Historia incompleta del Pop y del rock en Salamanca” (2009), que resume las crónicas que semanalmente publicó en el desaparecido diario EL ADELANTO. Le gusta definirse como “arqueólogo musical”, debido a su tendencia a contar historias sobre pioneros de nuestro rock local. Actualmente colabora en el MES y en el programa musical “A Nuestro Ritmo” de Radio Oeste.

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