El vendedor de instrumentos

Manolo Iglesias, padre adoptivo de los músicos salmantinos

La llegada del “tío” Manolo Iglesias acabó con la era de guitarras y amplificadores de fabricación casera.

En los primeros años de la década de los sesenta, la mayor parte de quienes querían formar un conjunto en nuestra ciudad, debían construirse sus equipos o “importarlos” de Madrid o Valencia. Las tiendas de instrumentos musicales exigían precios inasequibles y pago al contado. El establecimiento de Manuel Iglesias Mena (“tío Manolo” o “tío Cichi”, para los jóvenes músicos de la época) supuso el final de esa precariedad. Además, lo consiguió a base de confiar en la gente.

Cuando aún no había cumplido 14 años, a dos de la guerra civil, el tío Manolo comenzó a trabajar en De Bernardi, un establecimiento “de toda la vida”, en la que aprendió a construir, afinar y restaurar pianos. En 1959 se estableció por por su cuenta. “La llegada de la televisión supuso un incremento de la afición musical, de la que derivó una mayor demanda de instrumentos, sobre todo de pianos, que yo me propuse aprovechar”, afirma. La década de los 60 fue también la de la eclosión de los “conjuntos músicovocales” en España. Por ello, la ampliación del local que montó, situado en calle Islas Canarias, de taller especializado en pianos a centro de reparación de amplificadores y guitarras eléctricas fue cuestión de poco tiempo.

Manolo con Javi, bajista de los Vanadiors

Basado en la confianza

La adquisición de instrumentos eléctricos y equipos de amplificación, como ya dijimos, era una aventura en Salamanca. Las tiendas ofrecían solamente unas pocas guitarras eléctricas, caras y de mala calidad, que había que abonar rigurosamente al contado. Manolo ofreció los equipos completos más baratos y a plazos. “Además, como la mayoría de mi parroquia estaba compuesta por jóvenes insolventes”, afirma, “opté por no exigirles siquiera que firmaran letras”, asegura.

El resultado es que vendía los instrumentales sin más garantía de cobro que la palabra de sus clientes. “Al que pagaba al contado había que hacerle un 15% de descuento, y yo jugaba con esa cantidad”, asegura. “Recuerdo que los directores de los bancos me decían, en broma, que les estaba haciendo la competencia, pero seguro que ellos jamás hubieran concedido créditos a melenudos insolventes”, asegura con ironía.

En estos primeros tiempos, el Tío Chichi no tenía en exposición una sola guitarra. Solamente mostraba un catálogo con fotos de instrumentos y precios. El interesado solicitaba el que quería y a los pocos días lo tenía a su disposición. De esta manera Manolo no se veía obligado a invertir ningún capital en guitarras, órganos, baterías o amplificadores que podían tardar en venderse.

El resultado no fue malo en términos de rentabilidad. Hacia año el 70 el pequeño taller se convirtió en su primera tienda, situada en la Avenida de Italia y, cuatro años después, en su gran establecimiento de Avenida de Mirat. Actualmente, posé además otra local en la El Corrillo, junto a la Plaza Mayor.

Manolo, arreglaba de todo, desde una guitarra hasta una radio

Guitarras “Made in Spain”

En aquellos tiempos, los equipos de importación soportaban grandes aranceles, además de que todo el material musical estaba gravado con el llamado “impuesto de lujo”. Por ello, había que conformarse con aparatos fabricados en nuestro país. Lo primero que vendió, por cientos, fueron las famosas Jomadi, unas guitarras eléctricas construidas en Bilbao, muy baratas, pero duras y con sonido más que deficiente. Entre las extranjeras eran muy frecuentes las Eko italianas. Eran también frecuentes los amplificadores Sinmarc, barceloneses, y Music Son, valencianos. Manuel Iglesias, recuerda además los primeros equipos caros que vendió, entre el que destaca el de Los Soles, valorado en más de 500.000 pesetas de principios de los 60.

A sus más de 80 años, el Tío Manolo afirma, que hoy no podría haber triunfado vendiendo en las condiciones de entonces. “Antes la gente era más honrada y casi nadie dejaba de pagar, ahora sería la ruina porque nadie abonaría ni un euro”, afirma.

Quizás por ello, ha dejado de trabajar con profesionales. “Ahora los equipos de amplificación valen millones, por la que la gente suele optar por alquilarlos: El último lo vendí hará unos seis años. Desde esas fechas en mis tiendas, que atiendo con la ayuda de mis hijas y yernos, trabajamos nada más pequeños amplificadores y un gran surtido de guitarras, pianos, baterías, etcétera”, finaliza.

(Del libro «Historia Incompleta del Pop y del Rock en Salamanca«, de Víctor González Villarroel. Explorafoto, Salamanca 2009)

Sobre Víctor González Villarroel 30 artículos
Víctor G. Villarroel es un veterano periodista salmantino que residió en Madrid hasta que, en 2005, regresó a nuestra ciudad. Autor del libro “Historia incompleta del Pop y del rock en Salamanca” (2009), que resume las crónicas que semanalmente publicó en el desaparecido diario EL ADELANTO. Le gusta definirse como “arqueólogo musical”, debido a su tendencia a contar historias sobre pioneros de nuestro rock local. Actualmente colabora en el MES y en el programa musical “A Nuestro Ritmo” de Radio Oeste.

3 comentarios

  1. tengo fotos documentadas de Orestes Bazo tocando el acordeon cada domingo en el baile de los Villares, por cierto no lo hacia nada mal, y aparte se le amontonaban las tias una fija la rubia pero siempre habia alguna de recambio, cuando estaba en la universidad era musico de pueblo y en la mili ponia musica en la compañia, un buen tio……

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